Sínodo
de Obispos Europeos
1. La división
en la Iglesia Católica
En
los últimos decenios los problemas que se refieren a la fe, la moral,
las decisiones políticas, económicas, sociales, sexuales
y familiares han sido objeto de interpretaciones de tal manera divergentes
de parte de los católicos, que han conducido a una división
intra eclesial quizás sin precedentes en la historia y que
exige un atento análisis. Tal división es similar a
la que persiste, en algunos casos aún desde hace más de un
milenio, con las otras confesiones cristianas, y que es y ha sido una causa
concomitante de la sangrienta rivalidad entre las naciones europeas. Con
ocasión del Sínodo de Obispos Europeos nos parece útil
ofrecer algunas reflexiones sobre las división en la Iglesia
católica.
1.1.
Nuestro análisis de la división en la Iglesia Católica
Las
investigaciones socio-religiosas coinciden en señalar que no hay
consenso entre los católicos en el seguimiento del Magisterio: especialmente
las encuestas transculturales e internacionales – como las del sociólogo
americano Greeley – muestran cómo, aún respecto a temas que
el Magisterio papal considera indiscutibles (o "casi dogmas"), como la
ordenación de mujeres o de hombres casados, los católicos
tienen opiniones diametralmente opuestas, con una mayoría de creyentes,
en muchos países, que piensan y obran de una manera que el Magisterio
califica de "errónea".
La
materia en la que prevalece esta contraposición es la familiar-sexual:
-
no solamente
la mayoría de los católicos considera como errónea
la enseñanza del magisterio papal sobre la regulación de
los nacimientos, hasta el punto de no hacerse problemas de "culpa", sino
también respecto a las relaciones prematrimoniales, concubinato,
fecundación asistida, despenalización del aborto y del divorcio,
etc.
En el
campo político y social, la división no podía
ser más evidente:
-
Católicos
favorables al compromiso pacifista-no violento se oponen a quienes justifican
la guerra (por ejemplo los bombardeos de la OTAN en los Balcanes);
-
Católicos
que consideran favorablemente la integración étnica y racial,
y católicos que se oponen a esta opción;
-
Católicos
que apoyan las teorías neoliberales (el papel central del mercado
y del lucro), y católicos que militan a favor de movimientos que
consideran el capitalismo y el neoliberalismo como "el Mammona" que hay
que combatir.
-
Católicos
que consideran la escuela "privada-católica" como un fermento de
libertad, y católicos que sostienen que la escuela para ricos es
una palestra antidemocrática;
-
Católicos
que se baten por "el Estado Etico " (o confesional), y católicos
que se baten por un "Estado de Derecho" (laico).
-
Católicos
defensores del orden social por medio de la represión (leyes punitivas,
cárcel, pena de muerte, autodefensa armada etc.), contra católicos
que dan prioridad a las medidas educativas y de rehabilitación (grupos
de terapia, escuelas de formación, comités de autodefensa,
campañas de publicidad etc.).
En materia
ecuménica,
la contraposición, si bien vaporosa, es consistente:
Ante católicos
que promueven marchas, vigilias, oraciones, coloquios con otras confesiones
cristianas en la búsqueda de una reconciliación efectiva
y de soluciones comunes a los graves problemas de injusticia social y de
la guerra, hay católicos que en nombre de la única y verdadera
Iglesia, la católica, evitan toda relación o
confrontación con los hermanos "separados", por considerarlo como
"ceder".
Aún
en el diálogo con las religiones no cristianas, que agrupan
tres cuartas partes de la humanidad, el desacuerdo es casi total:
-
De un
lado están los católicos ( allí comprendidos obispos
y teólogos) que consideran fundamental una nueva evangelización
que parta de una efectiva inculturación, y por consiguiente del
abandono de aquellas categorías occidentales que han condicionado
desde hace dos milenios el mensaje cevangélico; del otro,
hay católicos que sostienen que es irrenunciable defender
y difundir el cristianismo con toda su tradición occidental.
El contraste
no es menos vivo en el campo teológico:
-
en el
curso de los últimos decenios, los promotores de la teología
de la liberación, de la teología indigenista, de la teología
asiática, de la teología de las realidades terrenas (la paz,
política, ecología etc.) han propuesto interpretaciones de
Dios, del pecado original, del castigo eterno, de la misión de Jesús,
de la estructura de la Iglesia, de los sacramentos, del culto a la Virgen
y a los Santos, del Jubileo, que cavan abismos de diferencia respecto a
la "Tradición", y a los "tradicionalistas", hasta configurar un
modo de pensar y de hacer Iglesia totalmente opuesto al "conservador".
El funcionamiento
de las conferencias episcopales presenta igualmente caracteres fuertemente
contrastados:
-
mientras
algunos episcopados nacionales proceden según el método "sinodal",
convocando al pueblo católico por niveles diferenciados, sin eludir
"cuestiones" consideradas intocables por el magisterio papal, otros proceden
de modo opuesto, rehusando toda forma de consulta del "pueblo de Dios".
Particularmente
aguda es la división que se registra entre Papa y una gran parte
de la Iglesia: se manifiesta bajo forma de declaraciones, toma de posiciones
o comportamientos abierta y conscientemente contrastantes, pero más
a menudo camuflados de indiferencia, descuido y desacato.
-
Es significativo
el caso del "Catecismo de la Iglesia Católica", redactado por la
Curia Romana: vendidas millones de copias, permanece prácticamente
"ignorado" de la casi totalidad de los obispos, párrocos, teólogos
y dirigentes de movimientos laicos.
-
Para no
hablar del hecho que si el Papa afirma que el uso de los anticonceptivos
va contra la naturaleza y constituye un pecado mortal, el aparato eclesiástico
en su conjunto "finge" no saber y omite deliberadamente tal enseñanza.
-
Aunque
el Papa declara solemnemente que está cerrado el capítulo
del ministerio de las mujeres y de los sacerdotes casados, obispos
y párrocos, a menudo carentes de clero célibe, confían
a aquellos tareas pastorales casi sacerdotales hasta el punto que la Santa
Sede se ve obligada a publicar una "instrucción" llamando a los
obispos a velar sobre los "abusos" que contravienen las decisiones del
Magisterio.
-
Si las
encíclicas papales no fueran sintetizadas por la prensa internacional,
permanecerían ignoradas por la casi totalidad de los católicos.
Obispos, párrocos, movimientos de laicos y prensa católica,
salvo algunas excepciones, evitan estudiarlas, comentarlas y aún
difundirlas, aislando así al Papa de la comunidad católica.
También
el espinoso problema del "celibato" de los sacerdotes es eludido
elegantemente: muchos de ellos, frente a las graves consecuencias que conllevaría
la reducción al estado laical (desempleo, privación de vivienda,
de sueldo etc.), resuelven el problema sexual recurriendo a las más
variadas soluciones (masturbación, amante, conviviente, pedofilia,
homosexualidad, etc.), casi siempre con la "complicidad" de un obispo,
que hace equilibrio entre la posibilidad de perder un "funcionario de Dios"
o de provocar un escándalo.
Los
movimientos y asociaciones laicas no escapan a la división que
alborea en la Iglesia Católica. Todos conocen la existencia de movimientos
tradicionalistas, anticomunistas, defensores de la "vida" fetal, defensores
de la Iglesia Triunfante, paladines de la escuela "católica", que
disponen a menudo de imponentes recursos financieros y de seminario para
sus propios seguidores.
Estos
movimientos son privilegiados públicamente por la Curia Vaticana,
que organiza, por intermedio de obispos "simpatizantes", reuniones a las
cuales tienen acceso únicamente los líderes de estos movimientos
en el papel de informantes-formadores. (Roma, junio 1999).
Muy
diferente es la condición de otros grupos o movimientos laicales,
difícilmente reconocibles porque no poseen seminarios ni casas editoriales,
ni empresas o capitales. Aún reconociendo a la autoridad, no le
ahorran críticas. Dan prioridad a la visión de una Iglesia-comunidad
que se perfecciona a través de la historia; se sienten más
comprometidos con la defensa de los derechos humanos, de la justicia, de
la paz; leen la Biblia a la luz de una moderna exégesis y de los
acontecimientos presentes.
1.2
La división eclesial según el Instrumentum Laboris
Una
tal división eclesial nos parece sustancialmente confirmada por
el Instrumentum Laboris, que la Secretaría General del Sínodo
de Obispos publicó en julio 1999, como conclusión de un largo
trabajo de consultas entre el episcopado europeo. El texto vaticano reconoce
que " se está pasando de una religiosidad sacra y tradicional a
una religión de convicción y de compromiso personal" (43),
por lo que "lo que se hace necesario es un profundo cambio de mentalidad…
que requiere tiempo, paciencia y formación de parte de todos los
interesados” (49), aún porque "ha venido a menos la posibilidad
de una pastoral basada en un "estado difuso de cristiandad" (15). Existirían,
en esencia, al menos dos modos muy diversos de concebir y organizar
la Iglesia.
-
De hecho
si por un lado "la Iglesia…manifiesta una nueva vitalidad, especialmente
en la renovación bíblica y litúrgica, en la activa
participación de los fieles a la vida parroquial, en las nuevas
experiencias de vida comunitaria… en el multiplicarse de formas generosas
de servicio a los más pobres y a los marginados" (7), por otra parte
" hay el peligro de continuar la implantación de una pastoral que,
aún no pudiendo ya tener las características
de una pastoral típica de una cristiandad dominante, no es capaz
psicológicamente de aceptar una disminución de la estima
o del reconocimiento social y busca salvar las estructuras y la influencia
de la Iglesia a todo costo, aún a formas de compromiso a falta de
opciones más netas y radicales" (15)
-
Aún
en el campo de la colaboración entre presbíteros y laicos,
el Instrumentum laboris señala que "nos encontramos frente a situaciones
diversificadas y, a veces, de signo contrario--": De hecho, por un lado
"gracias aún a la existencia de varios consejos y organismos de
participación.. se asiste a un desarrollo positivo de la colaboración,
y a menudo de la corresponsabilidad, en el plano de una reconocida paridad…",
por el otro " continúan suscitandose situaciones en las que
los sacerdotes mantienen una mentalidad más bien dominante y autoritaria,
que no consiente adecuadamente ni el respeto de madurez de los fieles laicos…
ni la valorización de la preciosa contribución que estos
pueden ofrecer.." sin contar que hay "Iglesias en las que la colaboración
sacerdotes-laicos no se la advierte como una prioridad a perseguir. (49)
-
Frente
al cada vez más difuso pluralismo de fe y de cultura, hay por un
lado "comunidades eclesiales, centros de vida consagrada, grupos y movimientos
que dan la impresión de ponerse positivamente frente a tal pluralismo".
De otra parte " hay quien formado en una especie de monocultura cristiana
occidental, mira eso con sospecha, se encuentra impreparado para
leerlo e interpretarlo…(20). En otro capítulo se enumeran los frutos
de tal monocultura cristiana: "la tentación del poder temporal y
de apoyarse en la fuerza de las finanzas y en una organización bien
funcional… una forma, si bien latente de clericalismo, la fascinación
engañosa de servirse de la fuerza en las propuestas.. el riesgo
de ceder a formas refinadas de paternalismo…" (39).
-
Aún
en el campo litúrgico esta situación se presenta problemática,
porque, de un lado "se crean e improvisan celebraciones litúrgicas
y encuentros de oración que desatienden las normas vigentes y dan
origen a una especie de creatividad litúrgica salvaje inaceptable"
; por otra parte hay "experiencias en las cuales la preocupación
de ser atrayentes pone en la sombra la dimensión del misterio…experiencias
de celebraciones litúrgicas y de prácticas devocionales muy
preocupadas de las rúbricas: lo que contribuye a volverlas de hecho
áridas y desanimantes para tantas personas…": sin olvidar a aquellos
"grupos tradicionalistas que, acentuando algunas formas litúrgicas
exteriores, les dan un carácter ortodoxo". La conclusión
es la siguiente: "No hay duda de que estos diversos modos, a veces contrapuestos,
de entender y de vivir las celebraciones litúrgicas conducen a delinear
un cuadro en el cual hay en realidad dos modos diversos de concebir y de
vivir la Iglesia que se confrontan e infortunadamente se contraponen"
(69).
También
la consulta presinodal de la Conferencia Episcopal Europea, de la que es
portavoz el Instrumentum, coincide en reconocer que hay "dos modos
diversos de concebir y de vivir la Iglesia que se confrontan e infortunadamente
se contraponen".
2. Dos cosmovisiones
Si,
a primera vista, la situación de la Iglesia Católica se parece
a una mezcla de uniformidad militarizada (todos dan muestra de obediencia
formal al jefe) y de pura anarquía (cada uno compra o vende lo que
le place en el supermercado católico), una observación más
meticulosa permite ver que la "crisis" actual del catolicismo está
determinada por un hecho incontrovertible: la convivencia de dos "cosmovisiones"
profundamente diversas, sin que se vea una "agencia" autorizada que sepa
"conciliar" las diferencias y promover una "conversión" del conjunto.
2.1.
La cosmovisión patriarcal
La
ideología que fundamenta de manera muy coherente todo un sector
del catolicismo es esencialmente patriarcal (el patriarca da ordenes a
toda la familia, la cual le debe una obediencia absoluta), machista (el
macho es superior a la hembra), monarco-teocrática (tiende a dotarse
de un statuto particular, de una lengua propia, de edificios propios, de
sus dirigentes propios), clerical (todas las funciones de dirección
son ejecutadas por personal "sagrado" y por lo tanto, célibe),
dogmática (toda la doctrina es de origen divino e inmutable).
Tal
cosmovisión se concreta en el poder, la propiedad privada , la riqueza,
las leyes, la disciplina, el temor y de ser necesario, a través
de la opresión y la violencia. Todo atentado contra el poder es
considerado un "sacrilegio" y es objeto de exclusión de la comunidad
(excommunión).
Dentro
de esta cosmovisión los "fieles" consideran que su primer
deber es adherir al cuerpo doctrinal y ritual que les impone la jerarquía,
convertido en "infalible" en la persona del "Santo Padre", quien
es:
-
el único
"administrador" de todos los bienes materiales de la Iglesia;
-
juez supremo,
hasta el punto que sus decisiones son inapelables;
-
legislador
absoluto, única persona habilitada para dictar las leyes y normas
de la Iglesia;
-
nombra
a todos los responsables de la Iglesia (obispos, cardenales, nuncios etc.)
y según su insondable jucio, remueve de su puesto a quienes no están
en "comunión" con él;
-
convoca,
legitima y descalifica concilios y sínodos;
-
desarrolla
actividad política con las organizaciones internacionales y jefes
de Estado con los cuales mantiene relaciones "diplomáticas", que
a menudo se traducen en "concordatos";
-
no da
cuenta a nadie de lo que hace.
El
criterio de discernimiento del verdadero creyente consiste en su grado
de "ortodoxia", dicho de otra manera, en su sumisión a la cosmovisión
de la autoridad infalible: de ahí el esfuerzo de la Iglesia para
distinguir la ortodoxia de la herejía, el consenso del disenso.
La salvación depende de la aplicación rigurosa de las normas
y ritos previstos y administrados por la jerarquía eclesiástica.
2.2
La cosmovisión fraterna
La
otra visión del mundo que anima a la Iglesia es diametralmente opuesta,
en cuanto, fraterna (todos son igualmente hijos de Dios, por lo tanto hermanos
y hermanas), igualitaria (paridad sexual, étnica, religiosa,
etc.), democrática (" lo que concierne a todo el mundo debe ser
decidido por todo el mundo"), laica (independiente de los poderes religiosos
sagrados) y carismática (todos han recibido dones del Espíritu
Santo que contribuyen a generar verdad , doctrinas y normas autorizables
pero privadas de infalibilidad). Según esta cosmovisión:
-
la Iglesia
se realiza en una comunidad de personas que comparten bienes materiales
y espirituales practicando el servicio, el diálogo, el amor fraterno,
la confianza recíproca y en Dios;
-
el Espíritu
es su vínculo y su fuerza. La finalidad primaria es la búsqueda
del Reino de Dios y su justicia;
-
se excluyen
los "jefes", los "maestros" y los "padrinos": Quien tiene dones para estar
de primero debe hacerse el último;
-
la Iglesia
no posee bienes (ni Estado, ni bancos, ni escuelas, etc.) ni riquezas,
porque es pobre a semejanza de su fundador;
-
el juicio
es prohibido de un modo taxativo: sólo la comunidad puede emitir
sentencias de exclusión en función de normas que son fruto
de un consenso;
-
la infalibilidad
es de toda la Iglesia, cuando "desde los obispos hasta los últimos
fieles laicos hay un consenso de fe y de moral (L.G. n12);
-
los creyentes
respetan los poderes civiles manteniendo su autonomía crítica.
-
La ortodoxia
se identifica con la ortopraxis: las disputas teológicas sobre Dios-
Cristo-Iglesia, son secundarias con relación a la atención
a los pobres y a los hermanos y hermanas en dificultad. La salvación
eterna no se obtiene adorando abstractamente a Dios, sino ayudando concretamente
"a quien tiene hambre, sed, está prisionero o enfermo".
3. Dos métodos
de formación
Cada
una de las dos cosmovisones se alimenta de un proceso de formación
esencial a su mantenimiento. De ahí la coexistencia de dos ópticas
educativas profundamente diferentes:
3.1
La formación según la cosmovisión patriarcal
La
actividad pedagógica de la Iglesia que se inspira en una mentalidad
patriarcal- dogmática-clerical-monárquica tiende necesariamente
y de manera coherente a desarrollar en los fieles, niños o adultos,
un tipo de aprentizaje que:
-
privilegia
las nociones teóricas (las verdades escritas resumidas en el catecismo);
-
es prevalentemente
pasivo (lecciones sin ejercicios);
-
no se
inspira en la lógica de la experiencia y no crea espíritu
crítico;
-
no aprovecha
el error como fuente de conocimiento;
-
no desarrolla
capacidades operativas y de decisión;
-
no tiene
un contenido emotivo;
-
no favorece
ni la introspección ni la autoafirmación;
-
no cuenta
con el grupo como fuente de conocimiento.
El conocimiento
que los católicos adquieren de esta manera es de tipo abstracto,
clasificatorio, obsoleto, con prevalencia absoluta de textos escritos autorizados
por la Jerarquía. Es sobretodo individualista: lo importante es
"salvar la propia alma".
3.2.
La formación según la cosmovisión fraterna
Los
fieles formados según la cosmovisión fraterna (comunidades
de base, grupos ecuménicos, grupos bíblicos, catequesis experimental,
familias, parroquias progresistas, etc.) tienden a un aprendizaje de las
verdades de fe que:
-
estimula
el interés por los problemas reales;
-
es ante
todo activo y vivido en la realidad diaria;
-
desarrolla
experiencia, espíritu crítico, capacidad y mentalidad holística
(de conjunto);
-
admite
el derecho al error y aprovecha su potencialidad cognoscitiva;
-
lleva
a cabo la confrontación entre teoría y realidad con verificaciones
sucesivas.
-
favorece
la introspección, la autoevaluación y la participación
emocional;
-
desarrolla
la tendencia hacia la sinergia con los que se empeña emotivamente.
El tipo
de conocimiento que marca a los creyentes que viven una experiencia comunitaria
es eminentemente práctico, contextual; se funda sobre la preeminencia
de la comunicación oral. Lo importante es "buscar el Reino de Dios
y la justicia". (Nos salvamos juntos).
4. Dos organizaciones
Los
dos tipos de interpretación de Dios, de la Iglesia y de la realidad
implican dos formas de organización cuyas implicaciones divergen
radicalemente
4.1
La Iglesia clerico-centrada
De
la cosmovisión patriarcal-monárquica-machista-sacral procede
una organización centrada sobre un aparato centralizado y
burocrático, rígidamente jerarquizado, ( con carreras
que van aumentando de poder cuanto más se avanza hacia arriba),
y que está dotada de una aura sagrada, como conviene a una monarquía
de origen divino. Los miembros de este aparato:
-
están
exemptos del servicio militar y del trabajo manual en cuanto relacionados
con lo "sagrado";
-
siguen
un largo curriculum de estudios teológicos;
-
no pueden
casarse (lo sagrado es incompatible con el sexo);
-
administran
todos los sacramentos, determinan y controlan la doctrina y la formación
de los fieles;
-
son nombrados
por el "superior" a quien están sumisos y de quien dependen para
la subsistencia, alojamiento y empleo;
-
administran
el patrimonio inmoviliario y fianciero de la Iglesia;
-
tienen
el poder de veto en las asambleas de laicos.
El pueblo
de los fieles (los laicos) no puede gozar de los privilegios del aparato
clerical ni desempeñar ningún papel reservado a los clérigos.
Jurídica y sociológicamente hablando, los laicos no pertenecen
a la organización, sino que son simples consumidores. Su poder está
limitado a la posibilidad de aceptar o de rehusar lo que les ofrece el
"productor" (jerarquía, clero).
4.2
La Iglesia demo-céntrica
El
modelo "fraterno" que inspiró la organización eclesiástica
desde los primeros siglos de la era cristiana es el que considera
la asamblea (ecclesia) de los cristianos, totalmente corresponsable de
las decisiones espirituales y materiales, en cuanto " partícipes
de la naturaleza de Dios" y " del Espíritu de Cristo". Tal modelo,
que ha estado a la base de los movimientos de pobreza y de renovación
eclesial, es el que actualmente inspira a las modernas "comunidades o grupos
de base" ( en parte compartido por las ordenes religiosas):
-
ningún
miembro goza de privilegios (de estatuto, de trabajo, etc.);
-
todos
participan en la elaboración de lineamientos doctrinales (teología,
liturgia, etc.) y de organización;
-
no existe
discriminación sexual entre hombre/mujer, entre célibe/casado;
-
los cargos
están abiertos a todos e implican una actitud de servicio. No existen
personas sagradas;
-
las relaciones
están basadas en la comunión, la reciprocidad y la igualdad;
-
nadie
tiene poder de veto.
En este
tipo de organización el poder se difunde hacia la "base" que tiene
el derecho de nombrar sus propios "presidentes", los cuales vuelven a ser
miembros normales del grupo cuando son reemplazados.
5. Dos paradigmas
Las
dos cosmovisiones que se enfrentan actualmente en la Iglesia Católica
y que suscitan dos modelos contrapuestos de formación y organización,
están a su vez ligados a dos tipos totalmente diversos de premisas
metafísicas y epistemológicas (" paradigmas") que, según
Norgaard, se reducen a cinco:
5.1
El paradigma determinístico
Las
premisas del paradigma monarco-patriarcal-machista-burocrático han
sido responsables en gran medida del desarrollo técnico-científico-social
de Occidente que sostiene en gran parte el establecimiento filosófico-religioso-político.
Estas cinco premisas son:
-
? El atomismo:
el sistema (sea social, religioso o natural) aparece constituído
de partes inmutables y es simplemente la suma de sus partes constitutivas;
-
? el mecanismo:
las relaciones entre las partes son predeterminadas e inmutables; el cambio
se produce de manera uniforme, es reversible y previsible;
-
? el universalismo:
las partes del sistema, y las relaciones entre sí, tienen una misma
naturaleza siempre y en todas partes;
-
? el objetivismo:
se puede entender y controlar el sistema de manera objetiva sin ser parte
de él. Es posible entender la realidad haciendo abstracción
de valores personales;
-
? el monismo:
las diferentes maneras de conocer un sistema se pueden reducir a una sola.
Hay un modo óptimo y superior para conocer el objeto. No hay varias
maneras de responder correctamente.
Este "paradigma"
es esencialmente fatalístico-determinista, aún favoreciendo
la certeza de que sea posible prever y administrar el desarrollo de los
sucesos futuros conociendo y controlando el estado inicial. Esta previsibilidad
comprende aún los sucesos de carácter siniestro, vividos
como irremediables y que no implican ninguna responsabilidad.
De
este paradigma se alimenta la Iglesia patriarcal-clerical-dogmática.
De hecho ésta sostiene que una vez que las partes del sistema eclesial
han quedado inmutables e irreformables, (dogmas, liturgias, doctrinas ético-sociales),
integradas mecánicamente en la pastoral por medio de la burocracia
(el clero) y transplantadas en todo el universo, la Iglesia podrá
contemplar sin problema un futuro que será la simple extrapolación
del presente.
5.2.
El paradigma sistémico
El
nuevo hecho es que el "paradigma patriarcal-occidental", a consecuencia
de la coevolución simultánea de la ciencia, de la tecnología
y de la sociedad, se ha debilitado progresivamente hasta el punto de demostrar
la inaplicabilidad universal. Se ha observado que reglas y leyes
perfectamente deterministas pueden engendrar un movimiento caótico
imprevisible que se le califica paradoxalmente de "caos determinista".
De donde resulta, en el curso de los últimos decenios, el
surgimiento de un nuevo "paradigma sistémico" que reposa sobre cinco
premisas metafísicas y epistemológicas completamente diferentes
de las del "paradigma determinista". Estas son:
-
Holismo
(versus atomismo): las partes no son comprensibles separándolas
de la totalidad de la cual forman parte, y la totalidad es diferente
de la suma de los elementos;
-
evolucionismo
(versus mecanicismo): los sistemas pueden ser mecánicos, pero también
caóticos, imprevisibles y con un alto grado de discontinuidad;
-
contextualismo
(versus universalismo): los fenómenos dependen de un gran número
de factores contingentes espacio-temporales. Se pueden observar fenómenos
análogos en condiciones diferentes de tiempo y lugar, aunque hayan
sido engendrados por factores diferentes;
-
subjectivismo
(versus objetivismo): no podemos entender los sistemas independientemente
de nosotros. La observación modifica cuanto queda observado;
-
Pluralismo
(versus monismo): los sistemas complejos sólo pueden ser conocidos
a través de modelos de pensamiento. Modelos diferentes no son comparables
ni se reducen a uno.
La crisis
del "paradigma determinista" se ha producido cuando, a consecuencia de
la extraordinaria aceleración técnico-científica,
el hombre se ha puesto a observar la realidad invisible (del átomo,
de los genes, del inconciente, de la atmosfera, etc.) y a intervenir en
ella, descubriendo y promoviendo la infinita complejidad evolutiva del
sistema cósmico.
A nivel
social, basta pensar en los trastornos provocados en la sociedad cuando
la mujer, también a raíz de procesos trans-personales, se
ha planteado el problema de su propio puesto en la creación y en
la historia. Ha provocado una reflexión profunda al interior de
la Ilgesia que se vio obligada a admitir públicamente que Dios no
es solamente "padre", sino también "madre". Y ha planteado el inquietante
problema del acceso de las mujeres a los "ministerios del sacramento del
orden" tradicionalmente abiertos únicamente a los varones.
Todo
esto significa pasar del paradigma " determinista" vigente desde hace milenios,
a uno "sistémico-probabilístico" en base al cual las definiciones
dogmáticas, las disposiciones litúrgicas y canónicas,
la organización eclesiástica y las normas éticas no
pueden formularse sino de un modo aproximativo, prudente, contextualizado
e inteligente (intus legere = leer dentro) : no pueden ser rigidamente
seccionados, programados, definidos, aplicados universalmente y controlados
centralmente , so pena de su inaplicabilidad, exactamente como si un Estado
pretendiera hoy programar y definir rígidamente y de una vez por
todas, la vida entera de ciudadanos, cosa posible en una sociedad
no compleja.
6. La superación
de la división
El
cambio de hecho del paradigma metafísico-epistemológico exige
ciertamente una "metanoia", que significa una generosa disposición,
no a cambiar de ideas, sino el modo de observar y pensar "la realidad"
en su conjunto.
6.1
El pensamiento sistémico
Pensar
y obrar en términos holísticos equivale a pensar de manera
"sistémica", o sea de manera integral y compleja , de conjunto,
por cuanto:
-
la vida
es un fenómeno de auto-eco-organización extraordinariamente
complejo. El ser humano no es el centro de la creación, sino un
punto de llegada de la trama de la vida;
-
no se
puede entender la organización vital según la lógica
de la máquina, donde basta que uno de sus componentes se altere
para que se bloquee. Estos combinan un gran número de unidades y
de interacciones que son incalculables e indeterminables;
-
los sistemas
vivos son totalidades integradas en los cuales no existen partes aisladas,
sino que sus elementos son "redes de relación" que se insertan en
redes más grandes con la función de ayudar a producir
y a transformar otros componentes manteniendo una circularidad global
de la red;
-
el mundo
vivo se compone de niveles de complejidad variable, por lo que los fenómenos
muestran propiedades que no existen a un nivel inferior;
-
la estructura
coexiste con el cambio; el no-equilibrio es fuente de orden, belleza
y la variedad.
6.2.
El pensamiento complejo
Se
deduce que el pensamiento sistémico es implícitamente complejo,
porque acepta la posiblidad de no poder dominar la imprecisión,
la ambigüedad y la contradicción. No puede suprimir lo trágico,
como cuando el científico se encuentra ante descubrimientos desconcertantes
que contrastan con el cuadro teórico tradicional.
Según
E. Morin, el pensamiento complejo es sustancialmente dialógico.
Para él, el orden y el desorden no son enemigos, sino colaboradores,
mantienen la dualidad en el seno de la unidad. Y también la causa
y el efecto se cambian de papel, como la parte y el todo, no pudiendo éste
concebirse independientemente de las partes (Pascal).
Por
su esencia, el pensamiento complejo conjuga lo uno y lo múltiple,
sin que lo uno se disuelva en lo múltiple y viceversa.
Considera
imposible un conocimiento completo, perfecto, infalible, universalizable
y superior, como San Pablo lo había advertido realísticamente
hace dos mil años: "Ahora nuestra visión es confusa como
en un viejo espejo" (I Cor 13,12).
No
refuta el orden, el determinismo, o la lógica, sino que reconoce
que la realidad comporta también el contrario.
El
pensamiento sistémico-complejo conduce a valorizar aún al
más minúsculo de los seres vivientes, dado que este es mucho
más rico en organización que una central atómica,
por cuanto que puede autorepararse, autoorganizarse y autoreproducirse;
además, integra en sí mismo la organización cósmica,
incluida la rotación de la tierra y la alternación de los
días y las noches.
Esta
visión sistémica nos parece prefigurada en muchas partes
del mensaje bíblico, y mejor sistematizada en San Pablo cuando,
por ejemplo, piensa la Iglesia como "cuerpo del Señor", un cuerpo
cuyas células, los órganos y aparatos están en relación
recíproca y con la totalidad del cosmo. Para él, los discípulos
de Cristo son individuos que manifiestan carismas de "curación",
de "dirección", de "profecía" en vista a la construcción
del cuerpo-comunidad del Señor, verdadera red de relaciones
y de flujos "circulares" incontrolables e incodificables. A su vez, la
comunidad reproduce en ella misma el mundo de Dios Trino y a toda la Iglesia.
Para
San Pablo, todas las relaciones se fundamentan en la reciprocidad. Ve en
la comunidad una morada de solidaridad, "de los unos para con los otros"
donde se debe "rivalizar en la estima recíproca", "acojerse", "corregirse",
"cuidarse", "llevar las cargas unos a otros", "confortarse", "soportarse",
"perdornarse mutuamente", "confesarse las faltas", "practicar la
hospitalidad", " estar al servicio unos de otros".
En
virtud de tal "red de relaciones", dotada de un cierto orden, aunque no
exempta de desequilibrios y de turbulencias, cada comunidad pone en movimiento
" un pensar y obrar colectivo" que le permite auto-organizarse, diferenciarse
de los otros y engendrar otras "redes de relaciones" más complejas
sin que por lo tanto haya necesidad de directivas "centrales".
Al
interior de tal "red de relaciones", cada uno de los elementos adquiere
un papel de "activador", de "referente interpretativo" y de "cogestor",
contribuyendo a mantener una solidaridad organizativa circular, análoga
a la que se le atribuye a un modelo "trinitario". Y sobre esta base adquiere
sentido el concepto de "subsidiaridad", por la cual la parte dominante
cede poder a fin de que los demás puedan asumir una función
de animación del cuerpo social.
Acoger
y practicar el pensamiento "sistémico" significa, por lo tanto,
reencontrar la fuente, no solamente del pensamiento y de la práctica
bíblica, sino también aquella extraordinaria intuición
de un Dios relacional, de Dios Uno y Trino (dogma fundamental de la fe
cristiana). Rechazarlo, por el contrario, expone a la Iglesia a colocarse
por fuera aún del paradigma democrático-probabilistico-pluralístico-ecológico
que constituye el "signo de los tiempos", al que el mundo entero (religiones,
partidos, instituciones, empresas, etc.) está llamado a "convertirse"
bajo pena de la destrucción, no solamente de " Jerusalem" sino de
la tierra misma.
7. Abrir espacios
"pentecostales"
Ante
el problema de la división "en" la Iglesia católica, que
ciertamente tiene caracteres de complejidad no queda sino obrar complejamente
y por lo tanto "sistémicamente", que ponga concretamente en "comunión"
a todos con el todo y al todo con cada elemento.
Los
cristianos podrán reencontrar su modelo de inspiración en
el acontecimiento "pentecostal", en el que unos pocos y temerosos discípulos
del Señor, "mientras estaban reunidos en el mismo lugar fueron repletos
del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, como
el Espíritu Santo les concedía expresarse".
A pesar
de diferencias considerables de raza, sexo y religión, podían
hablar las lenguas de los "extranjeros", de los "otros", de los "paganos",
hasta el punto de llenarlos de "estupor y maravilla". ¿Qué
ocurrió? Que se estaba cumpliendo la promesa de Dios anunciada por
el profeta Joel, como lo explica san Pedro: " Enviaré mi Espíritu
sobre todos los hombres. Vuestros hijos y vuestras hijas serán profetas,
vuestros hijos tendrán visiones, vuestros ancianos tendrán
sueños". Pentecostés arrasa con los diques que el sistema
patriarcal-machista-dogmático- sacerdotal había construido
para canalizar al Espíritu. El Espíritu "concede a todos
expresarse": no conoce poderes infalibles y absolutos, burocracias sacerdotales,
ritos divinos: ni mucho menos se deja encerrar en confesiones religiosas.
El Espíritu crea consenso, solidaridad, creatividad; hace
tener visiones y profetizar. Realiza cosas extraordinarias y prodigios.
En una palabra, sustrae a la historia del determinismo y la orienta en
el sentido evolutivo-probabilístico.
7.1.
Dinámica pentecostal
La
dinámica pentecostal es análoga a la de los sistemas abiertos,
dialógicos. Auto-organizantes, de donde:
-
No hay
"ni jefes, ni maestros, ni señores", sino solamente comunicantes
que adaptan su conceptualización con la de los otros en una sucesión
de experiencias interactivas (Von Glaserssfeld);
-
se entra
en una zona desideologizada, en la que el confrontarse con el otro prescinde
de la diferencia (de sexo, raza, religión, etc.) y donde se aprende
a hablar la lengua de los "extranjeros y de los pobres";
-
todos
son llamados a una con-versión, la única que pude libremente
inducir un cambio de empatía con los comunicantes.
Nos complace
clausurar esta contribución, ciertamente parcial e insuficiente,
releyendo aquel pasaje del Instrumentum Laboris en el que se afirma que
la Iglesia "está llamada a moverse creyendo y dando testimonio de
que el Espíritu es capaz de superar las divisiones y las fragmentaciones",
favoreciendo "aquella red de relaciones de amor que el Espíritu
mismo está formando aún hoy en Europa y que son reflejo de
aquella red de relaciones de amor que es la Trinidad Santa" (40).
Traducido
del italiano por Gustavo Pérez Ramírez (Quito, Ecuador)
Invitación
“Para
nosotros ha llegado el tiempo para, siguiendo los pasos del Papa, no sólo
reconfirmar que la Iglesia es la comunidad de los discípulos de
Jesús sino para procurar que hombres y mujeres de hoy tengan la
experiencia de iglesia.”
Obispo
Peter James Cullinane
presidente
de la Conferencia Episcopal de Nueva Zeelandia
en
el Sínodo de Oceania, otoño de 1998
Para poder
discutir intensivamente en el Foro Europeo de Cristianas y Cristianos en
Roma (7-9 de octubre de 1999) este texto es necesario que ahora muchas
mujeres y hombre participen en el trabajo preparatorio.
Solicitamos,
por tanto, a todas las lectoras y lectores dar su comentario, lo antes
posible pero a más tarder hasta el 15 de septiembre, y enviarlo
en e-mail a la dirección aquí abajo. Les pedimos sintetizar
breve y concretamente sus puntos de vista, advirtiendo que no podemos asegurar
la incorporación de las muchas contribuciones que esperamos.
Sin
embargo, contamos con su colaboración y esperamos liberar el sínodo
de la jaula episcopal para que se vuelva asunto de todo el Pueblo de Dios.
Comentarios
enviar a:
luigi.depaoli@eurodatabank.com
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